Averías caseras

​En los últimos tiempos me he cambiado de piso. Nervios, trabajo extenuante, y contar hasta el último euro. Conseguí una estampa de Dora. La primera noche que pasamos en el piso, todo lleno de bolsas, el gas no funcionaba.

En los últimos tiempos me he cambiado de piso. Nervios, trabajo extenuante, y contar hasta el último euro. Conseguí una estampa de Dora. La primera noche que pasamos en el piso, todo lleno de bolsas, el gas no funcionaba. Hablé con la compañía de gas, y era problema nuestro… Al cabo de un rato se fue la luz. Imposible encontrar siquiera lo necesario para dormir. La compañía de luz también decía que era cosa nuestra… Nos fuimos a dormir, con buen humor, pero exhaustos. A punto de dormirme le pedí a Dora: “Puedes conseguir lo que quieras, estoy segura, pero ‘sólo’ te voy a pedir que estas averías sean fáciles de arreglar y que no cueste dinero”. Y así fue.

Los días han estado sembrados de favores que pueden parecer pequeños, pero que, para el que los recibe, son grandes. Hoy me he decidido a escribir porque Dora me ha vuelto a echar un cable.

Había perdido mis gafas por la calle, y las necesito con urgencia. Ya me iba a la tienda cuando he caído en la cuenta de que necesito la prescripción del oftalmólogo -los tengo delicados y a veces ha habido errores en la graduació-, pero con el traslado el papel no aparecía. He removido todo, pensando: no lo podré volver a conseguir hasta mañana, y esto es urgente, lo necesito para trabajar. Hasta que me he encomendado a Dora: ‘Mira ahí…’ Un rincón dónde ya había mirado… y el papel ha aparecido al instante. Quería a Dora igualmente, pero la complicidad que tenemos, ¡¡me la hace tan próxima!! ¡Gracias!

M.M.

España