¡Gracias, Padre!

Artículo del Ing. Alvaro Castillo Monge, Presidente del Consejo de Fiduciarios de la Universidad del Istmo. Fue publicado en elPeriódico, el lunes 9 de enero de 2017.

Así se titulaba un vídeo que circuló con ocasión del fallecimiento del Prelado del Opus Dei, Monseñor Javier Echevarría, el 12 de diciembre, día de la Virgen de Guadalupe, y yo también quiero usar esa frase para expresar mi agradecimiento para con su persona: ¡¡¡GRACIAS PADRE!!!

Fue Monseñor Echevarría, el Padre como cariñosamente le llamábamos sus hijos en el Opus Dei, quien desde sus inicios apoyó con sus consejos y sobre todo con su oración, el desarrollo de la Universidad del Istmo (Unis), ahora ya en su campus definitivo en Fraijanes.

Recuerdo su primer viaje pastoral a Guatemala, llevado a cabo del 19 al 23 de enero del año 2000, cuando la UNIS tenía apenas dos años de existir; en esa ocasión las autoridades de la Universidad, encabezadas por el Dr. Rodrigo Tejada como Presidente del Consejo de Fiduciarios, le otorgaron el nombramiento de Presidente Honorario. Era esa la primera vez que tenía la oportunidad de verlo y escuchar su mensaje siempre profundo, sencillo y esperanzador: luchar por alcanzar la santidad a través de las cosas pequeñas. El fundamento de su mensaje, como lo enseñó San Josemaría, era la filiación divina, el sabernos que todos somos hijos de Dios, y el eje de esa santificación, el trabajo bien hecho y ofrecido a Dios.

Nos dijo en esa ocasión que la universidad era una de los "imposibles" a los que san Josemaría se refería cuando acometía las cosas: decía que hacía los imposibles, posibles; que era un servicio a la sociedad en el que prevalecía la búsqueda de la verdad en consonancia con la Verdad (con mayúscula); que todo debía de hacerse con sentido trascendente porque si no las cosas humanamente buenas se quedaban en eso: obras buenas, pero sin sentido de eternidad que no era lo que perseguíamos. Se refirió a que había que agradecerle a don Álvaro del Portillo la existencia de la UNIS, porque él había insistido mucho para que se empezara; se refirió a la globalización de la solidaridad, como la cultura que hay que implantar en el mundo y que nosotros estábamos llamados a colaborar siendo santos; indicó que la universidad debía de estar abierta a todos aquellos con capacidad para cursar estudios superiores, no importando su condición social, su raza o su religión como señalaba el entonces Beato Josemaría; que la universidad estaba formada no solo por las autoridades y por el claustro, sino por todos los que allí laboraban: desde el más humilde obrero hasta el rector; que todos debían de afanarse en buscar la santidad.

Era un hombre con una profunda humildad y que siempre estaba pendiente de todos sus hijos en el Opus Dei, y de las personas que estaban a su alrededor. Recuerdo muy bien cuando, en uno de sus traslados desde Guatemala a El Salvador y a Honduras, en los que tuve la dicha de acompañarlo, se fijó cómo los pilotos del avión en que viajábamos llevaban su equipaje al vehículo que lo esperaba, e inmediatamente corrió para impedírselos y agradecerles el que lo hubieran llevado.

En ese año colaboraba yo en la Patronato de Kinal, centro de capacitación técnica para personas de escasos recursos, y tuvimos la suerte que uno de los encuentros programados fue precisamente en las instalaciones de esa labor. Llegó una cantidad enorme de gente, muchas de ellas indígenas; su don de lenguas y cariño para con todos hacía que su mensaje llegara al corazón y desde luego a la cabeza, para que desde allí y por la inteligencia que Dios nos ha dado a todos los hombres y mujeres, emprendiéramos la lucha para hacer siempre la voluntad de Dios.

Ya como Presidente del Consejo de Fiduciarios de la UNIS y ante el reto de trasladarla de su sede inicial al campus definitivo, luego de conseguir el terreno y tener definido el proyecto de construcción se me ocurrió que podíamos invitar al Padre a estar presente y bendecir la primera piedra. Planteé la idea a las autoridades de la Universidad y habiendo estado de acuerdo, se redactó una carta invitando a Monseñor Echevarría, Presidente Honorario, a presidir ese acto. Pude entregarle personalmente la invitación con ocasión de un viaje para visitar a una de mis hijas que estaba entonces viviendo en Roma. Fue una visita entrañable: junto a otras familias nos dirigió un breve mensaje, invitándonos a ser buenos hijos de Dios que pudiéramos llevar con el ejemplo y la palabra, el llamado de la Iglesia a buscar la santidad en medio del mundo. El Padre pasó saludando a cada una de las familias que asistimos a la audiencia y cuando llegó a nosotros, después de un cariñoso saludo, le conté rápidamente que tendríamos la puesta de la primera piedra del campus de la UNIS en unos meses y le hice entrega de la carta con la invitación. Al poco tiempo nos informó que le era imposible acudir en la fecha en que iniciaríamos la construcción, pero que nos iba tener muy especialmente presentes en sus oraciones. Eso fue así hasta el momento de su muerte.

Siempre tuvo presente a la Universidad, y en el mes de junio del año 2014 tuvimos la dicha de que viniera a Guatemala y bendijera los nuevos edificios del campus, que estaban pronto a estar terminados. ¡Fue un gozo esa visita! Como Presidente del Consejo de Fiduciarios tuve la dicha de acompañarlo por el recorrido y dar las palabras de bienvenida y agradecimiento por su visita; recordé en ellas a Monseñor Antonio Rodríguez Pedrazuela, primer vicario del Opus Dei en Guatemala, que desde el cielo siempre nos ayuda a hacer realidad el sueño por el que él tanto trabajó.Su mensaje en esa ocasión nos animaba a seguir adelante, porque la oración dé muchos y la gracia de Dios harían posible que la Universidad fuera un foco en el que se buscara enseñar siempre la ciencia en consonancia con la Verdad; un lugar en donde además de dar una excelente formación académica, se buscara inculcar en los alumnos un espíritu de servicio a los demás y a la sociedad para hacer vida su lema de Saber para servir.

Hubo después de la bendición un encuentro con amigos de la Universidad, muchos de los cuales, con su generosidad, habían hecho posible la construcción de los nuevos edificios; nos habló de sabernos siempre hijos de Dios, a quien hemos de ver y de quien nos debemos saber mirados siempre; de acudir constantemente a la oración, a pedirle que sepamos ver y hacer siempre su voluntad y a ser siempre muy humildes para estar pendientes de las necesidades de los demás entre otras cosas; a ser generosos para con la Universidad.

Hizo referencia a la imagen del Cristo crucificado que se colocaría en el oratorio de la Universidad, una imagen colonial que muestra con una realidad admirable los sufrimientos que Cristo padeció para redimirnos, y comentó que cuando la vió le preguntó interiormente, “¿porqué has sufrido tanto?” habiendo escuchado al instante “porque el Amor se demuestra con el sacrificio”. Esa alocución la contó en otras ocasiones en diversos lugares alrededor del mundo.

Recuerdo una anécdota al final del encuentro que siempre estará presente en mi corazón: después de la tertulia en la Universidad pidió una gaseosa, y yo le dije en son de broma, “Pepsi por favor, Padre”, ya que mi familia es quien la produce y embotella en Guatemala, a lo cual sonrió y quien servía le dio una Pepsi. Después de esa ocasión en los lugares en que estaba alrededor del mundo pedía una Pepsi, siendo en algunos países con poca presencia de Pepsi en el mercado un verdadero problema conseguirla.

Siempre preguntaba por el desarrollo de la Unis y la tenía presente en sus oraciones. Una persona de Guatemala que tuvo la oportunidad de estar con él en la Semana Santa del 2016 iba con la intención de contarle y pedirle que rezara por una labor en la que estaba trabajando; poco tiempo tuvo para contarle porque inmediatamente el Padre le preguntó por la Universidad y su desarrollo.

Estoy seguro que, desde el cielos sigue pendiente del desarrollo de la Unis y que desde allá nos ayudará muchísimo más para que el sueño de tener una Universidad de primer mundo, en la que se transmita la cultura de la solidaridad y el saber para servir, se haga una realidad. ¡¡¡Gracias Padre!!!

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